En el mundo del buenismo ecológico, hemos decidido pecar, probando esta espectacular máquina de Ford, dando por hecho que hemos de acudir al purgatorio a redimir nuestras penas. Pero mientras, qué mejor que disfrutar a fondo de las banalidades mundanas que este compacto nos regala. Al grito de una cruzada espiritual, arrancamos.
Se agarra como una lapa, su centro de gravedad es muy bajo, sus muelles son adaptativos, el diferencial autoblocante nos permite acelerar a la salida de las curvas mucho antes y una monta de neumáticos excepcional hacen la magia.
Y todo ello en el programa Normal, que nos garantiza un compromiso entre estabilidad y confort óptimo. Hay otras opciones: en el Sport ya renunciamos a un punto de comodidad, y en el Track, mejor el fin de semana y en circuito.
El ST se materializa en dos carrocerías, de cinco puertas y familiar y dos motores, el diesel de 190 CV y el gasolina 2.3 Ecoboost de 280 CV, del que disponemos para esta prueba.
Nos parece una compra excelente por su relación entre su precio, ligeramente por encima de los 30000 €, con descuentos, y lo que nos ofrece.
El nivel de calidad en los últimos productos de Ford ha crecido muchos enteros, sólo echamos en falta una estética interior un poco más deportiva, lo mismo que sucede por fuera, parece seguir la estela de un Golf GTi, pero no nos engañemos es un lobo con piel de cordero, un maquinón que nos arranca una sonrisa cuando acudimos a nuestro tramo favorito de curvas y comprobamos su estabilidad y su potencia.